domingo, 13 de marzo de 2011

Ensayo "La Carta de La Tierra"


Todo profesional debe poseer pleno conocimiento, completo entendimiento y total convicción de que su responsabilidad ética y moral será mayor que las del simple ciudadano, por la dotación de conocimiento que ha alcanzado y continúa desarrollando.

Aspectos como dignidad se deben valorar y sobre todo enriquecer y fortalecer, y más aun, en función de las decisiones que vayamos a tomar durante este periodo de su vida.

Es cierto, “La humanidad es parte de un vasto universo evolutivo”, “Los patrones dominantes de producción y consumo están causando devastación ambiental, agotamiento de recursos y una extinción masiva de especies”, “Se necesitan cambios fundamentales en nuestros valores, instituciones y formas de vida” y por supuesto “Debemos tomar la decisión de vivir de acuerdo con un sentido de responsabilidad universal, identificándonos entre comunidades”.

No está mal consentir la necesidad y naturaleza del desarrollo, pero debemos tener claro de que no es lícito pretender ignorar las miserias humanas debido a su impacto.

La moralidad y conciencia, su función y aplicación en el medio, no puede  reducirse a la inactividad conformista de fomentar el buen ejemplo, sino que tiene la necesaria responsabilidad de la acción.

El cumplimiento íntegro, completo e intachable de los deberes exige un tributo máximo a los fines esenciales de la profesión. Y el mismo, es exigido por la justicia social.

Un profesional ha de ser un buen especialista, y entender los problemas que encierra su profesión, entregándose sin reservas al trabajo que tiene encomendado, por que éste será responsable de todas sus acciones que le lleven o no a la mala ejecución del mismo.

La Ingeniería Civil, componente organizativo no sólo en lo referente a la construcción, sino también, en el mantenimiento, control y operación de todo proyecto de desarrollo, así como en la planificación de la vida humana en el ambiente diseñado; comprende planes de ordenamiento territorial tales como prevención de desastres, control de tráfico y transporte, manejo de recursos hídricos, servicios públicos, tratamiento de desechos y todas aquellas actividades que garantizan el bienestar de la humanidad que desarrolla su vida sobre las obras civiles construidas y operadas por ingenieros.

Sin embargo, tanto en el pasado como en la actualidad, cualquier proyecto implica inevitablemente algún impacto ambiental sobre el ecosistema, y lo cual no tiene porqué ser analizado de una manera tergiversada y negativa.

Toda actividad humana requiere, en mayor o menor escala, de infraestructuras. Los impactos de éstas, tendrán toda la diversidad de características que se puedan mencionar, pero será muy importante discernir consecuencias en función del momento del ciclo vital de desarrollo de las obras, en el momento en que éstas se producen.

Si bien es cierto, todos los ecosistemas experimentan cambios con independencia de la acción humana. La infraestructura en general, fundamentada en una proyección adecuada, debe llegar a mantener vínculos positivos de compatibilidad con el ecosistema de modo que lo preserve, le de valor añadido como recurso, retrase el deterioro ambiental modificando la tendencia de cambio, o incluso, restaure el sistema originalmente alterando.

Los ingenieros coincidimos quizá equívocamente a contemplar el mundo como una fuente inagotable de materia prima e infinidad de recursos, que a su vez forman parte del inmenso escenario al servicio de nuestras craciones y representaciones. De ahí, si se quisiera perfectamente cabría incluso un concepto de amor y odio entre las figuras, y fundamentalmente en el punto de interacción de ambas.

No se trata de salir a la defensa de las acciones del ser humano en relación a efectos negativos ocasionados a nuestro ecosistema a razón de una naturaleza evolutiva que contempla el ejercer cotidiano de la ingeniería civil, con la premisa de que se nos permita actuar por encima de todo de manera inconsciente e irresponsable, pero la negación total de dicho proceso evolutivo y por ende dichas actuaciones, puede resultar totalmente negativo y contrario a la conservación del medio, ya que el hombre es también una especie biológica que forma parte del ecosistema.

En esta sociedad de consumo e incomprensión ecológica, donde el respeto y cuidado a la comunidad de la vida se debilita, comprometiendo significativamente en consecuencia la integridad de nuestro medio; las actuaciones del hombre, como integrante del mismo, deben de tener un dinamismo y accionar positivo, mediante los cuales se sepa identificar la diversidad del impacto, tanto en  tipología como en magnitud y consecuencias, de tal manera que se permita establecer un balance entre la naturaleza existente, cuando ésta pueda resultar afectada por las obras que se proyectan, y las que se presuman en el futuro, e incluya los efectos de las medidas correctivas cuando corresponda.

El ingeniero civil debe ser respetuoso de este ordenamiento, y no lo debe entender como la consecuencia obligada del respeto a la ley y por el temor a los castigos que ella impone a los responsables de errores que deriven en daños, omisiones y desacatos; sino que debe centrarse en el principio de normas éticas y morales, actuar con confianza en los valores esenciales del individuo, respeto a las personas y sus derechos individuales, comprensión amplia de la sociedad y sus potenciales, reconocimiento de sus deberes y responsabilidades, protección su entorno y ante todo conciencia; en fin, aspectos que deben ser entendidos como la forma lógica de actuar de un experto y que en definitiva son los que previenen los errores y la negligencia en el ejercicio de la profesión.

La ingeniería, el urbanismo y el ordenamiento territorial son consecuencia de las demandas sociales y de la organización social, económico y política de la Sociedad Humana, por lo que cada una de ellas igualmente debe contribuir al Desarrollo Sostenible, en un ambito local, nacional, y siempre, bajo una dependencia mundial; para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos, universales, la justicia económica y una cultura de paz.

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